Primer canto: el siervo es profeta
Escúchenme, islas lejanas,
pongan atención, pueblos.
Yavé me llamó desde el vientre de mi madre,
conoció mi nombre desde antes de que naciera.
Hizo de mi boca una espada cortante
y me guardó debajo de su mano.
Hizo de mí una flecha puntiaguda
que tenía escondida entre las otras.
Y me dijo: «Tú eres mi siervo (Israel),
y por ti me daré a conocer.»
Mientras que yo pensaba:
«He trabajado en balde,
en vano he gastado mis fuerzas.»
Yavé, sin embargo, protegía mis derechos,
mi Dios guardaba mi salario,
pues soy importante para Yavé,
y mi Dios se hizo mi fuerza.
Y ahora ha hablado Yavé,
que me formó desde el seno materno
para que fuera su siervo,
para que traiga a Jacob y le junte a Israel:
Dijo: «No basta que seas mi siervo
para restablecer a las tribus de Jacob,
o traer sus sobrevivientes a su patria,
también hago de ti una luz para las naciones,
para que mi salvación llegue
hasta el último extremo de la tierra.»
No hay comentarios:
Publicar un comentario