Recordar, obstinado
castigo en mi alma,
está presente siempre ahí
para exigirle su perdón al tiempo,
y arrancarle el corazón a un dios colérico
que se muere en su infinita risa sin gana,
sin otro dios que contemple su necesidad de ser sí mismo,
sino sólo nuestra ansia de sed en el hambre por saber
quién ha hecho que las cosas sean así,
infinitas en lo limitadas que son,
cual oscuros hechos de iluminada estructura,
composición lógica, como la energía
más pura en el poder de un deseo
solitaria locura para cualquiera
Philo Maniacus
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