miércoles, 24 de septiembre de 2014

¡Bailen, oh, amadas mías, bailen!
¡Oh, agua del mar, ámame!
¡Oh, amada mía, nace de nuevo!
¡Oh, bella vida, henos aquí por otra y última vez ahora que la arena se acaba!
¡Oh, tierna y dulce luna!
¡Y canten, oh, amadas mías, canten!

¿A qué suena nuestra historia sino a música, o a la conversación que dos seres entretejen y comparten?

A ninguna parte.
Agua del mar, de sal y el amor.
Ahora he pedido a la marea que venga y que la traiga de vuelta, pues traeré de vuelta el recuerdo de mi amada, por última vez y para siempre.
Ahora me siento viejo y cansado, quizá sabio, pero no he de ser yo quien dé razón de ello.
Al acabar la arena el alma de este cuerpo será con ella para la eternidad como los pasos cual siglos hacia ti.

Bailen, amadas mías, bailen.
Beberé el vino de la vieja botella que arrojé alguna vez por miedo a escribir la poesía que quería, pues ahora hacerla quiero que la arena se acaba, y cada trago, y cada sorbo, arderá de mi garganta a mi alma, y todo yo sucumbiré a la embriaguez mientras las palabras bailan y cantan.
Bebo el tan anhelado vino de la vieja botella que arrojé alguna vez por miedo a escribir la poesía que quería, pues ahora hacerla quiero que la arena se acaba.
Bello trago del tan anhelado vino, trae consigo la vida que dejé guardada, pues él sabe dónde el recuerdo de ella es.

Canten en nombre de aquella cuyos bellos ojos me atan.
Canten en nombre de mi amada, pues la arena se acaba.
Canten, amadas mías, canten.
Cuando la arena acabe, me dejas la música que me hace querer seguir amándote, y la mirada que habré de padecer en mi recuerdo.

De sus ojos el recuerdo.
Di la vuelta a mi andar extraviado para llegar aquí, pues el hecho es que aquí estoy.
Di la vuelta a mi andar extraviado para llegar aquí, pues este es el único lugar seguro que sé, pues lo recuerdo yo a él como él me conoce a mí.

El calor del bello trago dejose sentir en mi rostro y mis manos dándoles ternura como la caricia que la mano de mi amada alguna vez regaló con amor, y de nuevo sentí a mi amada tocando mi rostro como toca una suave rosa la piel y posando su mano en la mía como se posa la sutil mariposa sobre el sensible pétalo de la flor.
En mi experiencia cada paso ha sido un siglo, y la vuelta a ti una eternidad.
Era de encanto y sutileza.
Era de eras en grano, y minutos en olas.
Era de vino con arena.
Esta noche te invoco pues necesito de tu misterio y secretos.

Fijarás tu andar en un laberinto que simula confusos callejones sin salida, falsas salidas, y retornos imposibles.

Gritaré tu nombre a la arena que entre mis manos se escapa; con dolor, con angustia, con desprecio, con impotencia; con amor.
Grité a cada paso, y el eco de mis gritos dejose escuchar desde las lejanías de la tierra, como queriéndome decir que cierto era.

Hace tanto ya.
He ahí lo sublime de nuestra crónica o la confusión de una vida compartida.
Heme aquí, Mar, ante ti de nuevo.

Jamás será ninguno igual.

Ligera caricia que el vino trae de vuelta, pues él sabe dónde mi recuerdo es.
Llévame con ella.

Mira la hora que es y sigo yo con ella.
Mira la hora que es y sigo yo en ella.
Mira la tierra que pisas.
Mira mi andar y niega que no he vuelto por ti.
Mira mi andar, y dime que no ha sido hacia ti.
Mírame a mí, y dime que mi historia ha sido falsa.
Música y amor.

Nacerá esta noche la historia del fin de mi vida, la que culmina hoy en él.
Nunca más mis pasos volverán a los caminos de tierra que dejé...
Nunca más.

Ojala un día camines sobre mí para que sin saberlo vuelva a tocar la piel de aquel cuerpo de aquella a quien amo pese a que soy arena.

Pero qué bello recuerdo es el que gobierna su mirada y ella mi vida, la historia de un deseo o la crónica de un sendero, que eventualmente se cierra a sí mismo, regresa un poco, y encuentra un punto que puede ser abierto para seguir recorriendo de otro modo.
Polvo del mar, de sal y de deseo.
Porque el espacio que ella abarca es el delirio de mis manos y la sombra que juega en mi alma a querer ser encontrada y rebelada.
Porque el espacio que ella abarca no es sino vacío desde un lado, y tristeza y anhelo desde otro, suelo positivo desde un plano, y maldición desde todos.
Porque esa vez tu y yo nos alejamos, porque esa vez tu y yo nos separamos, porque te guardé en la botella que arrojé esa vez por miedo a escribir la poesía que quería y que hacer quiero ahora que la arena se acaba, y que la marea se llevó para ordenarla en el misterio del mar.
Porque la última vez que tú y yo estuvimos juntos fue aquella en la que por última vez mi amada con nosotros estuvo, aquella tan lejana vez en la que un adiós nos dijimos y un último beso nos dimos.
Porque sus ojos me encarcelan y no revelan nada más allá de la luz que su propio brillo permite.
Porque tu mirada es severa y dulce, llena de encantos y de sombras.
Posaste la mirada en mí y de vuelta.
Posaste la mirada en mí y de vuelta.
Pues es cierto que para que un bello recuerdo sea, debe confundirse con la música.
Pues te ruego no te olvides la sal que me dejaste, y las caricias que alguna vez como hombre yo te di.

Que al mar imploro tu recuerdo, la vuelta, y el sendero.
Que al mar imploro tu recuerdo, la vuelta, y el sendero.
Que alucinado estoy y ya no entiendo nada, y ya no quiero nada, salvo a ella.
Quiero sentir tus pasos en mi alma y seguirlos en su caminar a donde quiera que vallan.
Quiero sentir tus pasos en mi vida y mirar cómo sus huellas marcan un lugar específico en ella.
Quiero ver, quiero sentir, y seguir tus pies mientras pasan sobre mí, entre la piel y la carne.
Quizá de sus ojos sólo el recuerdo.
Quizá el viento del mar te recoja para llevarte a ello, y en tu viaje mira la tierra que estos pies no habrán de volver a tocar, porque de sal y de mar serás.

Ríe a carcajadas para sí misma, ríe orgullosa de las bromas que su juego permite, pues ha hecho de mi alma su lugar, su imperio.

Se lo dejo al siglo venidero.

Tierna y sobria luna, estaremos juntos una vez más, yo en mi ebriedad cantando la música de mil plegarias, y tu con la fría sobriedad necesaria para escucharlas.
Tierna y sobria luna, yo te imploro que me escuches esta noche una vez más.
Tócame.

Una vez caminamos juntos sobre la arena, donde confesé mi amor, y a quien pacté volver a ser con ella para la eternidad.
Una vez caminamos juntos sobre la arena, donde escribí mi confesión de amor, mi primer poema.
Una vez me acompañaste al mar, ahí donde volví a nacer, y con él mi promesa.
Una vez prometí en vida amarte para siempre, y te he amado desde aquél día, y he cumplido mi promesa...
Una vez prometí en vida amarte para siempre.

Ve, arena, ve con los que son tuyos y familiares, pues tu alegría depende en ello.
Ve, arena, ve y deja mi cuerpo, que poco a poco volveremos a encontrarnos.
Ve, arena, ve.
Ve, que el viento hace tiempo ha iniciado y llama.
Venimos de muy lejos y somos tan comunes.
Viento del mar, de promesas y de sueños.
Vuelve a donde perteneces, porque ahí está tu calma, tu fe, y tu deseo.
Vuelve, marea, vuelve.
Vuelve, marea, vuelve.
Vuelve, marea, y cantarás conmigo nuevamente, y dejaremos que las palabras bailen libre y alegremente.

Y cantan las almas y canta el amor, pues todo él suena y vibra en el cuerpo.
Y canten e invoquen el nombre de aquella cuya razón me ata.
Y canten e invoquen el nombre de mi amada, que la arena se acaba.
Y el primer trago es tan dulce como ningún otro.
Y mi alma se desmoronará para ser arena que el viento seducirá y esparcirá a todas partes.
Y te he amado desde aquél día y he cumplido mi promesa.
Y todo él escurre por mi garganta hasta llegar a mi alma, la que sabe su dulzura que no se repetirá jamás.
Y trae contigo la botella de vino que arrojé alguna vez por miedo a escribir la poesía que quería, pues ahora hacerla quiero que la arena se acaba.
Y trae contigo la vida que dejé guardada, que yo cantaré a la luna la música de mil plegarias.
Y trae contigo tinta, y trae contigo pluma, que yo haré perlas tu espuma para confesar mis plegarias.
Yace algún milenio a mi espalda.
Yo te imploro que escuches las plegarias que este desesperado y triste hombre tiene que confesar, pues tan solo tú sabes que son ciertas y que nadie más puede escuchar.



Philo Maniacus

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